domingo, 29 de mayo de 2011

LAS PUERTAS DE LOS SENTIDOS Parte II



El P. Agustín Rivarola Sj, Director de Pastoral de nuestro Colegio, comparte con nosotros la 2da. parte de este interesante artículo del P. Melloni Sj.

Hoy: el oír


Algo semejante a lo que hemos dicho sobre el ver y el mirar podemos decir a propósito del oír y el escuchar: Oír hace referencia al acto simple, desnudo, de percibir un sonido; escuchar es el acto reflejo, consciente, atento, de ese oír. Sucede que con frecuencia escuchamos sin oír, del mismo modo que también oímos sin escuchar.
Escuchar sin oír sucede cuando nos esforzamos por confirmar nuestras ideas en lo que dicen los demás, provocando que el decir del otro se convierta en el mero eco o murmullo del propio pensamiento. Por querer escuchar algo preciso, se obstaculiza el simple oír. Cuenta un relato Zen que un discípulo se quejaba continuamente a su Maestro de estar ocultándole el último secreto para alcanzar la iluminación. El Maestro, sin embargo, no tenía la más mínima intención de ocultarle nada. Un día, maestro y discípulo salieron a pasear juntos por el bosque. Mientras caminaban, oyeron cantar a un pájaro.
- «¿Has oído el canto de ese pájaro?»
- «Sí», respondió el discípulo, comprendiéndolo todo de repente.
- «Bien, ahora ya sabes que no te he estado ocultando nada», le dijo el Maestro.
- «En efecto», asintió el discípulo.
La pregunta del Maestro no es: «¿has escuchado?», sino simplemente: «¿has oído?». Si el discípulo hubiera querido escuchar el canto del pájaro, no lo habría oído, porque su propia avidez y tensión le habría bloqueado. Oír, simplemente oír, sin interponer nada más, ni siquiera el deseo de querer oír, es un acto puro, por el cual el mundo –como a través de los otros sentidos en estado de inocencia- recobra su condición paradisíaca, es decir, teofánica. Lo que nos separa del oír –como de aquel ver- son los ruidos internos que distorsionan esa receptividad. Y esas distorsiones están en el querer captar, atrapar, comprender...
Ahora bien, en el ámbito de las relaciones humanas hemos de invertir los términos y decir más bien que oímos sin escuchar, porque en este terreno lo que acontece no es tanto el obstáculo de un escuchar selectivo cuanto el abandono del interés por el otro. Nos llegan sonidos del hablar ajeno, oímos sus ruidos, pero no sus palabras. Las palabras sólo se abren con la escucha. La escasez de escucha en la comunicación humana actual es a la vez causa y consecuencia de ese exceso de palabras que padecemos. Causa, porque al no sentirnos escuchados pensamos que hablando más tal vez conseguiremos hacer llegar algo a nuestro interlocutor. Consecuencia, porque ante tal torrente de palabras optamos por no escuchar, ya que no somos capaces de asimilar tanta información.
¿Cómo restaurar en nosotros la doble capacidad de oír y de escuchar? El oído se restablece por tiempos gratuitos en los que impregnarse de música y de los sonidos de la naturaleza: el crepitar del fuego, el correr de un río, el trinar de las aves, la brisa meciendo las hojas y las ramas de los árboles... La escucha, en cambio, se restaura en el Silencio, en la capacidad de acoger en silencio a Aquel que habla desde el Silencio. Tras horas y horas de estar ahí callando, tan sólo escuchando, se acaba oyendo la Palabra de la que brota toda otra palabra humana. En una cultura del ruido como la nuestra, nos aterra el Silencio, porque lo confundimos con el mutismo. Unos oídos saturados de ruido no pueden percibir el sonido del Silencio. Quizá la imagen de ello sea esa música-máquina que traspúa a través de los walkmans de vecinos cada vez más frecuentes en nuestros transportes públicos. La inquietud se resuelve con más inquietud.
En un entorno así, cuando nos quedamos en silencio, se nos revelan todos nuestros ruidos internos, que antes nos pasaban desapercibidos. El Silencio es un ejercicio iniciático, es decir, un proceso complejo de muerte-resurrección. Cuando con tesón y constancia –y también con confianza- se consiguen pacificar ruidos y otras voces, el Silencio se va revelando Palabra. Quien se ejercita en el Silencio se convierte en un gran oyente, y la calidad de su escucha al hablar humano es tal, que aquellos que hablan con él o con ella sienten recuperar el valor de sus propias palabras, las cuales también se van lentificando y densificando como fruto de ser de tal modo oídas y escuchadas, es decir, recibidas y acogidas.
El modo de hablar de Dios es como su escucha: en silencio. Dios es la Palabra y, al mismo tiempo, el gran Oyente, que acoge nuestras palabras dispersas, despeinadas, inquietas, y les va restituyendo su profundidad. Quien se ha ejercitado en oír y escuchar el Silencio es capaz de entender lo que no es dicho. Así, ese mismo silencio capacita para oír y escuchar la voz de los sin-voz. El Silencio solitario posibilita el oído solidario con todos los silenciados de la Tierra. Nuestro mundo tiene hoy más necesidad que nunca de Silencio, para que el oír humano recobre su doble capacidad de escucha.

P. Xavier Melloni Sj

jueves, 26 de mayo de 2011

Abriendo Caminos...Comienzan los aportes



En nuestro 6to. Encuentro del 26 de mayo, compartimos el trabajo preparado por María Cecilia Grimaldi, maestra de 3° B de nuestro Colegio y cursante de la carrera de Psicopedagogía. Vimos los principales puntos que se deben tener en cuenta en el tema de la Dislexia y la importancia de estar atentos a los síntomas en los trastornos de la lectura de nuestros alumnos.
Pudimos clarificar dudas en torno a cinco preguntas básicas: ¿qué es la dislexia?, ¿por qué se produce?, ¿cuáles son sus síntomas?, ¿cuáles son las fortalezas y debilidades?, ¿qué podemos hacer desde nuestro rol docente?A continuación compartimos el Power.
¡Muchas gracias Cecilia!

Dislexia

martes, 24 de mayo de 2011

Te invitamos a proponer temas para los encuentros


Podés participar proponiendo o presentando temas en los encuentros de los jueves.
Si creés que algo es valioso para que lo tratemos como comunidad educativa...
Si lo que estás estudiando puede contribuir a realizar mejor nuestra tarea...
Si algo te dio resultado con tus alumnos y querés compartirlo con el resto...
Si querés enriquecernos a todos...
TE INVITAMOS A PRESENTAR ALGÚN TEMA O PROPONER TEMÁTICAS QUE NOS PUEDAN AYUDAR A TODOS.
Temáticas que venimos trabajando: organización de la clase, Motivación, Neurociencias,SARA, Autoestima, La importancia de los sentidos. En torno a generar climas áulicos positivos para el aprendizaje.
¡ANIMATE!
Si te interesa alguna temática dejá tu comentario aquí.
(La pintura: "Escuelita rural", 1956. BERNI)

viernes, 20 de mayo de 2011

Fichas de poker




En el 5to. Encuentro del jueves 19 de mayo, compartimos y debatimos este video en el marco de la generación de climas afectivos positivos para el aprendizaje.Tomamos específicamente el tema de la Autoestima.
La Lic. María del Carmen Alborelli, Psicopedagoga del Nivel, nos orienta con estas esclarecedoras palabras.




La observación del video dio la posibilidad de plantearnos, desde lo personal y desde nuestro rol de padres y de docentes, la importancia que tiene manejarse con una autoestima positiva frente a los distintos desafíos que se nos plantean a lo largo de nuestra vida.
Surgió la necesidad de conceptualizar la A.E. y así llegamos a considerar que es el concepto que tenemos de nuestra valía y que se basa en todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias que sobre nosotros mismos hemos ido recogiendo desde nuestras primeras percepciones sociales.
Se planteó que, si bien es vital hacer una permanente valoración positiva de lo que nuestros hijos o alumnos hacen, un enorme riesgo es forjar una apreciación desajustada o irreal – dar “fichas falsas” que luego no valgan para el intercambio- que conduzca a actitudes vanas o soberbias y que en definitiva generen más rechazo que aceptación de parte del entorno social. Decirle que es “un genio” o que es “Messi jugando al fútbol” puede conducir a una lectura falsa de las reales posibilidades y a un nivel de expectativa imposible de sostener.
Lo que ayuda al niño es valorar su esfuerzo, sus logros y una actitud generosa frente a sus pares, marcar más sus aciertos que sus fracasos, sin dejar de trabajar sobre ambos.
Asimismo se habló sobre la marca que puede dejar un comentario desafortunado en la psiquis de un chico cuando no logramos separar el acto de la persona. Es distinto el efecto emocional de decir: “Sos un mentiroso” a decirle: “Dijiste una mentira”.
Consensuamos que nuestra irrenunciable tarea es ayudar a descubrir, en cada alumno, el verdadero talento (intelectual, deportivo, artístico, espiritual, social…) que hace a cada individuo un ser único, valioso e irrepetible.
Queda para seguir pensando que la A.E. no es un estado fijo o rígido, sino que cambia en relación a las experiencias y sentimientos que se puedan generar. Si bien este cambio no es fácil, la forma en que el otro lo percibe y lo considera puede hacer que se modifique su manera de percibirse y valorarse a sí mismo, y así mitigar antiguas heridas causadas por el auto-rechazo. He aquí un auténtico desafío…

Lic. María del Carmen Alborelli

martes, 17 de mayo de 2011

El placer de la risa



En nuestro último encuentro del 12 de mayo, compartimos este video que nos muestra el funcionamiento de las neuronas espejo. En él pudimos descubrir cómo ciertas conductas se contagian al entrar en resonancia con los demás. De aquí la importancia de modelizar en nuestras clases estados afectivos positivos como la risa, el buen humor, la camaradería, para que nuestros alumnos copien y generen estados emocionales óptimos para el aprendizaje. Véanlo, es muy bueno.

lunes, 16 de mayo de 2011

Palabras de Esperanza

Los invito a compartir las palabras del Lic. Ricardo Moscato, Rector del Colegio del Salvador, escritas especialmente para el Blog.

15 de mayo 2011

Querido equipo de Primaria: directivas, maestras y colaboradores

Ante todo felicitaciones por esta iniciativa del “mate pedagógico”, este compartir miradas y reflexiones sobre nuestra tarea cotidiana de educar a los chicos que nos son confiados. El “rito del mate”, real y “virtual”, expresa valores que queremos cuidar y promover como colegio jesuita: una cultura del encuentro, un compartir calidez en vínculos humanos sanos, un buscar calidad en un perfeccionamiento profesional cotidiano, un aprender siempre, un aprender para otros. Y expresa paciencia y alegría al acompañar el proceso educativo de los chicos. Paciencia activa y no resignada. Alegría sencilla y esperanzada en los tiempos largos de la acción de Dios. Como sabemos y a veces olvidamos, las instituciones no educan “por inercia”. Somos personas que educamos personas y mas allá de los “funcionalismos eficientistas” que también padecemos en la pedagogía, el acto educativo es encuentro cualificado que permite a los que se asoman a la vida el desarrollo de los talentos que Dios nos regaló para ponerlos al servicio de los demás y con ello “volver” a Dios. En lenguaje de San Ignacio: MAGIS y “en todo amar y servir”.
Y es oportuno volver a preguntarnos ¿tiene importancia la reflexión pedagógica para la práctica educativa? En tiempos alterados como los actuales ¿tiene sentido el esfuerzo y dedicación empeñado por ustedes en la tarea cotidiana y en estas “pausas de estudio y reflexión”? A preguntas parecidas respondió Joham Friedrich Herbart en la clase inaugural de uno de los primeros cursos de pedagogía a nivel universitario en 1802 en la Universidad de Gottingen:

“En otras palabras la teoría junto con la reflexión, el pensamiento y la investigación preparan al educador, no tanto para sus futuras actuaciones concretas, sino más bien a sí mismo, a su espíritu, a su inteligencia y a su corazón para aprehender, para comprender, para percibir y para juzgar los fenómenos que le desafían y la situación en que él se encuentre. Si se ha perdido de antemano en estrategias generales, las circunstancias concretas lo harán fracasar, pero si se ha armando de principios, éstos van a iluminar sus experiencias y le enseñarán como ha de proceder cada vez. Si no sabe diferenciar lo importante de lo insignificante, descuidará lo necesario y privilegiará lo inútil. Si confunde falta de educación con la debilidad mental, o la rudeza con la malicia, sus alumnos se van a desorientar y lo intimidarán diariamente con enigmas desconcertantes. Por el contrario si conoce los puntos esenciales los fundamentos de su tarea y los rasgos básicos de las buenas o malas disposiciones naturales de los jóvenes, sabrá dar a sus alumnos toda la libertad necesaria que es necesaria para la alegría, sin olvidar por ello los deberes, sin perder la disciplina y sin dejar la vía libre a la tontería o al vicio…” Y concluía que “hay una preparación para el arte por la teoría, una preparación de la inteligencia y del corazón”.

Se trata entonces de profundizar la preparación para el arte de educar por la teoría, pero ante todo de una preparación de la inteligencia para mirar en profundidad y mirar lo que otros no ven, discernir lo que otros confunden y de la preparación del corazón para actuar en consecuencia.
Mirando el contexto estamos desafiados a superar una pedagogía del fracaso y la decepción que se ha instalado en el mundo educativo. Un círculo vicioso que habilita discursos y prácticas escolares cargadas de imposibilidad e impotencia acompañadas con sentimientos de angustia y desesperanza. Es un contexto que debemos discernir para no caer en su trampa renunciando a nuestra misión educativa que es con estas familias y estos chicos, sin falsas idealizaciones y enriqueciéndonos del sano realismo esperanzado que surge de la antropología ignaciana.
Desde el “modo de proceder ignaciano” quien ejerce el servicio de la autoridad como directivos o docentes es llamado a hacerlo desde la “edificación del otro”, a través del ejemplo y el diálogo, desde el deseo profundo que la otra persona, alumno, padres, colegas, se lleve algo constructivo para su vida. Es el desafío de seguir profundizando la construcción de nuestros equipos de de reflexión y acción educativa. Como nos enseña San Ignacio: “no asustarse de las grandes empresas y sin embargo tener en cuenta las pequeñas cosas, eso es de Dios “.
Que María, Madre del Salvador, con su ternura paciente, nos renueve, en esta pequeña comunidad del Salvador, la vocación educadora “con y para los demás”.



Ricardo

sábado, 14 de mayo de 2011

LAS PUERTAS DE LOS SENTIDOS Parte I

El P. Agustín Rivarola Sj comparte en el blog esta 1er. parte del texto "Las puertas de los sentidos" para iluminar desde lo ignaciano lo que estamos viendo.

Hoy: el "ver"

Xavier Melloni

Jesuita, Profesor del Instituto de Teología Fundamental, Colaborador de EIDES. Manresa (Barcelona)

Cada uno de nosotros es un mundo dentro del Mundo. Este contacto se establece por los sentidos: salimos al Mundo y entramos a nuestro mundo a través de esas cinco puertas. Los orientales abren una sexta: la mente, algo que Zubiri integraría en las otras cinco hablando de la inteligencia sentiente, es decir, que toda percepción sensitiva del mundo es siempre, en el ser humano, ya una percepción interpretada, es decir, una sensación inteligente.

Por esas puertas de los sentidos salimos de nosotros mismos hacia el Mundo, a la vez que el Mundo entra en nosotros. Atender al modo como transitamos estas aberturas es esencial para crecer en un modo transparente de existir. Porque hay un modo de entrar y de salir por ellas que puede hacerse de manera autocentrada y depredadora o de manera agradecida y generadora de comunión. Tal es la diferencia entre sensualidad y sensitividad, una distinción con frecuencia poco reflexionada: la sensualidad implica una avidez y una dependencia del placer que provocan los sentidos, mientras que la sensitividad es la receptividad de la realidad a través de los órganos de percepción, afinados en sus múltiples registros. Como dice un proverbio oriental, para una persona sin control de sí misma los sentidos son sus peores enemigos; pero para una persona que se ejercite en el autodominio se convierten en sus mejores amigos. Vivimos, sin embargo, en una cultura que los exacerba, que los satura, en lugar de desarrollarlos.

Pero todavía hay más: atender al uso de los sentidos se puede concebir como un ejercicio iniciático. Ejercicio iniciático en tanto hay un modo contemplativo de estar en el mundo que nos capacita para percibir a Dios como Presencia primera y constitutiva de la Realidad, latiendo en todas las cosas. Porque, en definitiva, lo que nuestros ojos quieren ver, lo que nuestros oídos quieren oír, lo que nuestro tacto quiere palpar... es el Rostro-más-allá-de-los-rostros que se manifiesta a través de las formas. Así pues, los sentidos no son sólo puertas entre nuestro mundo interno y el Mundo exterior, sino umbrales que abren al Trans-mundo que late en el mundo y al que sólo se puede llegar a través del mismo mundo.

Tal concepción iniciática de los sentidos supone que el mundo fenoménico no es estorbo, sino manifestación de la Presencia última que late en las cosas. Se trata de percibir por los sentidos que el mundo es incandescencia de Dios; o, dicho de otro modo, de descubrir la dimensión sagrada de toda experiencia sensible[2]. Así pues, las reflexiones y el trabajo que aquí proponemos no están tanto en la línea de San Juan de la Cruz -«no quieras enviarme / de hoy más ya mensajero / que no saben decirme lo que quiero»[3]- cuanto en el clima de la contemplación ignaciana del Dios presente en todos los elementos (Ejercicios Espirituales, 235-237). Es decir, de Dios danzando en su creación, revelando la Creación como danza de Dios, mostrándola inseparable de Aquel que se manifiesta en su danza. Ahora bien, para captar esto hay que estar muy atento al modo como estamos en el mundo. En la tradición ignaciana, esta percepción se prepara, de algún modo, a través de la Aplicación de sentidos [EE, 121-126] sobre las escenas evangélicas. Lo que aquí presentamos es la aplicación de sentidos sobre las escenas del mundo para percibir la Presencia del Invisible, que revelan al mundo como misterio y transparencia.

Vamos a recorrer cada una de estas seis puertas –incluimos, pues, la puerta oriental de la mente- tratando de mostrar cómo hay un modo de ver, de oír, de oler, de gustar, de tocar y de pensar que nos entumece y encierra en nuestro pequeño mundo opaco y autocentrado, mientras que hay otro modo que nos abre y despliega al Mundo, y que lo va revelando como presencia y transparencia de Dios.

Comenzaremos por aquel sentido que tal vez sea el sentido por antonomasia: el ver.

Ver

Disponemos de dos verbos que usamos casi indistintamente en torno a la vista: ver y mirar. El lenguaje tiene sus razones, y el hecho de que existan estos dos términos no se debe a un derroche de palabras, sino a la riqueza de matices que el lenguaje encierra. Ver hace referencia al impacto espontáneo que reciben los ojos, mientras que mirar indica la concentración de ese acto de ver. Sucede que con demasiada frecuencia miramos sin ver. Esto es: al tener una idea preconcebida de lo que queremos ver, buscamos fuera lo que sólo tenemos en nuestra mente, impidiendo así que la realidad se nos revele como es. Ese «querer ver» es lo que, de hecho, nos impide ver. En lugar de ver, miramos. Pero mirando, no vemos. Nuestra imagen preconcebida se interpone entre nosotros y la exterioridad, separándonos entre un sujeto que mira y un objeto en el mundo que es mirado. Esta separación es lo que nos impide la revelación.

En la espiritualidad Zen se habla entre la diferencia entre la mirada-flecha y la mirada-copa. La mirada-flecha es inquisitiva, discriminadora, analítica, afilada como la punta de una flecha, que excluye todo lo que no la conduce a su objetivo. Se trata de una mirada o actitud útil para ciertas dimensiones de la vida, pero debe ir acompañada por otra mirada que no sea hija de la necesidad o del interés, sino de la gratuidad: la mirada receptiva, abierta como una copa, que no taladra el mundo, sino que lo acoge en sí. Tal es el ver.

Dos son los obstáculos que se interponen en el desarrollo de esta mirada-copa: desde dentro, el mundo de los deseos; desde fuera, la saturación de imágenes de nuestra cultura mediática. Respecto a lo primero, los deseos por los que estamos habitados son impulsos que condicionan nuestro mirar, bien sea porque lo dirigen, bien porque lo bloquean. Educar la mirada significa educar los deseos: evitar que sean ellos los que pongan contenido a nuestro ver y, en lugar de ello, tratar de silenciarlos para que se revele la Presencia en el fondo de las personas y de las cosas.

Por otro lado, hemos de hacer frente al segundo obstáculo: vivimos en una cultura de imágenes construidas, no recibidas, arrojadas a nuestros ojos con fines mercantilistas. Nuestro ver está saturado, y ello nos obliga a defendernos de los impactos visuales con que nos bombardean. Estar sometidos a tal elección nos hace perder la inocencia, es decir, la capacidad de estar simplemente receptivos y de acoger.

Para reparar la sobresaturación de imágenes disponemos de dos ejercicios que están a nuestra disposición. El primero trata de disponer de tiempos prolongados en los que ejercitar la mirada gratuita. Tal vez el espacio privilegiado para ello sea la naturaleza, con sus múltiples matices de colores y formas que se ofrecen sin imponerse, portadores de la presencia de su Hacedor. Así, en contemplación desinteresada y distendida, la mirada-flecha se va convirtiendo en mirada-copa, la cual poco a poco se va disponiendo para captar la dimensión divina de la realidad. El segundo ejercicio es la oración practicada con ausencia de imágenes –cerrando los ojos-, o la concentración en una sola imagen que remita a la Imagen por excelencia, al Rostro de los rostros, «por quien y en vista de quien todo fue hecho» (Col 1,16), y del que toda forma toma su forma: Cristo Jesús. Ante esta única Imagen se va desarrollando el grado más alto y más hondo de aquella mirada-copa, lo que podríamos llamar la mirada-icónica: si al comienzo uno era el que miraba, cuanto más se va entregando y perdiendo en ese mirar, tanto más va descubriendo que, en el fondo, es él el que es mirado. Ese mirar ya no es posesivo, sino oblativo, y por ser oblativo deviene unitivo: el que mira y el que es mirado se hacen uno.

[2] Cf. Karlfried GRAF DURCKHEIM, Hacia la vida iniciática. Meditar porqué y cómo, Ed. Mensajero, Bilbao 1989.

[3] Cántico Espiritual, 6.


miércoles, 11 de mayo de 2011

¡ A activar el SARA!







Encuentro 3
Síntesis

Compartimos un Power sobre las funciones cognitivas de la atención y la memoria.

¿Qué es el Sara?

El Sistema activador reticular ascendente.

Es el primer filtro que debe atravesar un estímulo del mundo exterior para ser captado por el cerebro.

Se encuentra en el tronco cerebral.

En los seres humanos es el encendido, el nivel de respuesta y alerta del cerebro, siempre atento a los cambios del entorno.

El cerebro siempre va a tender a su supervivencia: a obtener mayores beneficios con el mínimo desgaste.

Todo lo que entra al cerebro lo hace siempre a través de los sentidos.

Si el cerebro está en un lugar que le resulta conocido y que no presenta ningún cambio o novedad su Sara no se activará. Pero si surge un estímulo que llama su atención esta zona se encenderá, activando la atención.

Si el SARA se activa , la información entrante, puede ascender a las áreas más elevadas del cerebro.

CONSEJOS PARA LA ORGANIZACIÓN DE LA CLASE:
  • La sala de clase debe estar ordenada y limpia para no activar el modo supervivencia y concentrar la atención en el aprendizaje
  • El docente debe ofrecer una figura asociada al placer por el aprendizaje, debe inspirar seguridad.
  • La atención del SARA debe captarse siempre en función del aprendizaje
  • Como el SARA atiende los cambios en el entorno, se pueden incorporar en la clase sorpresas y novedades:
  • Cambios en la voz, variando el volumen y el ritmo
  • Cambios visuales en los colores
  • Cambios visuales de movimiento del docente o lugar de las cosas.
  • Uso de los diferentes sentidos


jueves, 5 de mayo de 2011

SINTESIS PRIMER ENCUENTRO

MATES PEDAGÓGICOS
“Para que el gusto no se pierda”

Encuentro I
14 de abril de 2011

Finalidad de los “Mates Pedagógicos”
Surge este espacio desde la necesidad de generar un encuentro que permita a los docentes del Nivel Primario de nuestro Colegio tres acciones básicas:
1. Compartir experiencias áulicas, generando un espacio de reflexión, intercambio, y propuesta de ideas.
2. Unificar criterios en relación a diferentes temáticas con la capacidad de tomar decisiones conjuntas que favorezcan el liderazgo del “maestro ignaciano”.
3. Animarnos unos a otros en la tarea de educar para gustar internamente de ella y poder transmitirlo a nuestros alumnos.
Es un espacio en el que se participa libremente, sabiendo que las decisiones que se toman implican a todos.

TEMA 1: ORGANIZACIÓN DE LA CLASE

CONCLUSIONES
NIVEL BÁSICO
Hay un nivel básico organizativo de la clase que no puede faltar:

1. Inicio
2. Desarrollo
3. Cierre
En esta división debe tenerse en cuenta si la clase es de enseñanza o de fijación.
Es necesario señalar que el momento de cierre, a veces puede quedar inconcluso por falta de tiempo. Hay que tratar de evitarlo, manejando los tiempos y acortando las actividades previstas. Tener en cuenta que pueden extenderse estos momentos a lo largo de toda la mañana y no de una o dos horas.
Ayuda también la imagen de organizar las clases semanales como si fuesen capítulos de una historia o novela en donde volvemos a retomar el capítulo anterior para darle continuación a los aprendizajes. Que lo aprendido no quede separado de la novela. La novela completa tiene el hilo conductor que lo pensamos primero para lograrlo al final con los chicos.
Entre los elementos importantes de la motivación puede señalarse al juego como uno de los más importantes. Permite desarrollar relaciones interpersonales en donde se integran conocimientos, modos de actuar y se dinamizan los aprendizajes. Primer grado se propone una vez a la semana el aprendizaje por juegos. Los demás grados tratarán también de implementarlo.
Un elemento importante de organización lo constituye la utilización del Mapa conceptual como un recurso valioso a la hora de organizar el conocimiento. Tanto para ordenar los contenidos para el docente como para la utilización en la integración de los mismos para los alumnos.

SEGUNDO NIVEL
Hay un nivel que complementa este nivel básico y que pueden ya ponerlo en práctica los docentes que tienen experiencia en “lo ignaciano”

Para ello es importante tener en cuenta:
La Prelección: es uno de los métodos jesuíticos de enseñanza tradicionales, en la Ratio. La prelección, en su forma tradicional, implica que el maestro haga una revisión previa de la tarea de los alumnos, adelantando esquemáticamente lo que se va a hacer. Durante ella, el maestro señala las áreas específicas donde los alumnos deben poner especial cuidado. El maestro también puede usarla para establecer el enfoque y el método con que debe estudiarse una materia en particular
La Repetición: es otra práctica de la enseñanza jesuítica tradicional. La repetición es un tiempo que se dedica a la revisión de un tema. Sin embargo, no significa la simple revisión o memorización del material que se aprendió. Conlleva la idea de una apropiación y entendimiento más profundos del material aprendido. En la Ratio hay cinco tiempos y niveles para la repetición: inmediatamente después de la prelección, el día siguiente, cada semana, mes y año. La Ratio también establece un período para la repetición anterior a cualquier examen importante.
El Cierre: ayudando a los alumnos darse cuenta de aquellos puntos esenciales que no pueden quedar afuera en el tratamiendo del tema en cuestión. Ayudar a rescatar lo básico, a integrar. El cierre debe hacerse en algún momento durante el día de clase y al fin de la semana dando mayor integración.